¿Por qué inventaste la historia?
Si vivieras el viento
apagador de luces,
devorador de cabellos.
El fin traería en sus velos
el espasmo alterado de los postes.
La tierra seca te devolvería
las lenguas insaciables de los pinos.
Pero inventaste la historia
añeja,
desnivelándose en las vigas de la casa
para dormir entre las cartas de los días.
No más campanas en el mausoleo
de los peces; sólo la canción desafinada
de los buses.
Inventaste la historia
y yo sigo igual.
Los días treinta y uno bajo a mirar la escarcha.
Y tú eres historia,
cayendo de los techos.
De "El amor insecto" (RIL editores, Santiago, 2003, 116 pp.)
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