Voy y vengo de la década,
del metal que cuentan las horas,
sobrevuelo la raíz del pánico,
acerco la oreja a todo lo que huele
en cada uno de mis actos
para verlos crecer hasta apagarse
en la oferta de la muerte
que huele a cáscara quemada.
Entre tanta luz,
¿qué habrá sido
de esa luz tenue de las velas?;
¿dónde habrá olvidado sus ropas
esa muerte que tocó mi espalda
y se perdió en las alamedas?
Ya sabes,
eso de amarnos se asesina de mirarlo;
su madera no la sorben las aguas.
Esas ya las dejamos atrás.
No somos dos ojos en la mesa,
estamos en la década;
un paso más y la salida.
Sólo nos quedarán algunos ruidos.
Nadie recordará que fuimos paraje.
De "Manía de hojas" (2009)
1 comentario:
El ir y venir de la vida supone un ciclo de crecimiento y retroalimentación. Cristián tiene siempre ese don de acercarnos a la verdad de nuestra existencia. Bello poema¡¡¡
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