El artista visual Jorge Sacaan entregó imágenes suyas para poemas de Cristián Basso Benelli...
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Seres
Se besan en el tiempo,
en la distancia más íntima
se abrazan.
Las horas son el cosmos,
siempre la misma hora de los seres,
siempre las máscaras del canto.
Los seres,
camino adentro,
hacia el sol más alto que la luz
van con los pasos antiguos,
con la fe sobre los hombros
como la única lágrima
despedida al cielo.
Van al olfato de la tierra,
al beso detrás de las cortinas,
al escapulario del pasado.
Se recuestan, se aman
sobre una isla quieta,
traducen el polvo de la muerte
en aves solas,
y buscan lo eterno
en estas cuatro paredes.
Se besan en el tiempo,
en la distancia más íntima
se abrazan.
Las horas son el cosmos,
siempre la misma hora de los seres,
siempre las máscaras del canto.
Los seres,
camino adentro,
hacia el sol más alto que la luz
van con los pasos antiguos,
con la fe sobre los hombros
como la única lágrima
despedida al cielo.
Van al olfato de la tierra,
al beso detrás de las cortinas,
al escapulario del pasado.
Se recuestan, se aman
sobre una isla quieta,
traducen el polvo de la muerte
en aves solas,
y buscan lo eterno
en estas cuatro paredes.
Del libro Alalia
Orejas
Lo que sé
no es por tu mirada.
Es la vida arrastrándose
a mis pies…
Y la siento venir
detrás de las puertas.
Ni la llamarada para el solitario
Ni la llamarada para el solitario
de la boca herida. Le duele morder
la cáscara de la sombra
y su llanto son pisadas
que no alcanzan horizontes.
Déjalo dormir; arrópalo primero.
No vaya a ser que con el agua
la noche lo cubra de lodo.
Óyelo hablar; óyelo mucho.
Su voz habitará tus manos
cuando acaricies. Él te abrirá
la puerta cuando el amanecer
te bese con zumbidos. No llores así...
La Pena también tiene esqueleto.
Lo que sé
no es por tu mirada.
Es la vida arrastrándose
a mis pies…
Y la siento venir
detrás de las puertas.
Ni la llamarada para el solitario
Ni la llamarada para el solitario
de la boca herida. Le duele morder
la cáscara de la sombra
y su llanto son pisadas
que no alcanzan horizontes.
Déjalo dormir; arrópalo primero.
No vaya a ser que con el agua
la noche lo cubra de lodo.
Óyelo hablar; óyelo mucho.
Su voz habitará tus manos
cuando acaricies. Él te abrirá
la puerta cuando el amanecer
te bese con zumbidos. No llores así...
La Pena también tiene esqueleto.
De El amor insecto
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