Aún se preguntarán algunos lectores cómo en nuestro tiempo la poesía insiste en quedarse con nosotros. Razones hay varias para cuestionarse, pero cuando eclosiona una crisis nada hay mejor que la transparencia de unos versos que conlleven a respuestas. Así lo muestra la reedición del poemario Me repito que la muerte no es nada, de la poeta y ensayista Annamaría Barbera Laguzzi –nacida en Piemonte, Italia, y radicada en Chile- donde la secuencia de treinta y tres poemas (recuérdese la asociación a Cristo), desdibujan el tránsito de un sujeto poético agobiado por la soledad hacia el encuentro de sus propios deseos e inquietudes. A ellos regresa desde la fortaleza y la fragilidad porque “desparramó la muerte sus cabellos” al someter a la humanidad a dolores tan tremendos como la guerra, la deshumanización, la postergación de sí mismo, la injusticia y la nostalgia que subyace al proceso de migración, que por su origen ha de referirse especialmente a la italiana; condición que hermana a la autora con el poeta Enrique Volpe, a quien dedica el emotivo poema que titula la obra.
El recorrido que permite la lectura del conjunto de poemas, nos encara nuestras propias incertidumbres ante la vida, la muerte, las raíces, el amor y el desamor, la infancia como espacio de la felicidad, el desdoblamiento del yo, el recuerdo, la necesidad de enfrentar nuestros límites humanos. Todo ello se expresa a través de versos que alcanzan de modo estético hallazgos sorprendentes como “el día va contando/ sus últimos fragmentos”, o bien “ultrajada la armonía de la piedra/ los cuervos se reparten el sol/ y pesan sobre el mundo”. Asimismo, cuando el hablante lírico asume la voz del solitario, del amante, del poeta o de la mujer jamás evade su responsabilidad de emisario: “También hoy preguntamos los poetas/ cruzando los cien modos de la angustia/ la sinrazón de nuestra desventura” y denuncia que “nadie escucha los pasos del silencio”cuando “nos morimos de sed/ en medio de las aguas”.
En suma, un poemario que contribuye en su decir lírico, de profunda belleza rítmica y plástica, a desenmascarar nuestra identidad ya que “alguien de vez en cuando/ incursiona en el juego de las máscaras/ creyendo divertirse”. Una segunda edición imprescindible que enriquece nuestro imaginario poético, muchas veces entrampado en las redes de la inmediatez. Un libro cuya lucidez mayor la aporta la esperanza de que “rompiendo las cadenas/ es posible descubrir la canción/ extraviada de la noche” aunque, al decir de Gilles Lipovetsky, vivamos sumergidos en la “archimodernidad”.
El recorrido que permite la lectura del conjunto de poemas, nos encara nuestras propias incertidumbres ante la vida, la muerte, las raíces, el amor y el desamor, la infancia como espacio de la felicidad, el desdoblamiento del yo, el recuerdo, la necesidad de enfrentar nuestros límites humanos. Todo ello se expresa a través de versos que alcanzan de modo estético hallazgos sorprendentes como “el día va contando/ sus últimos fragmentos”, o bien “ultrajada la armonía de la piedra/ los cuervos se reparten el sol/ y pesan sobre el mundo”. Asimismo, cuando el hablante lírico asume la voz del solitario, del amante, del poeta o de la mujer jamás evade su responsabilidad de emisario: “También hoy preguntamos los poetas/ cruzando los cien modos de la angustia/ la sinrazón de nuestra desventura” y denuncia que “nadie escucha los pasos del silencio”cuando “nos morimos de sed/ en medio de las aguas”.
En suma, un poemario que contribuye en su decir lírico, de profunda belleza rítmica y plástica, a desenmascarar nuestra identidad ya que “alguien de vez en cuando/ incursiona en el juego de las máscaras/ creyendo divertirse”. Una segunda edición imprescindible que enriquece nuestro imaginario poético, muchas veces entrampado en las redes de la inmediatez. Un libro cuya lucidez mayor la aporta la esperanza de que “rompiendo las cadenas/ es posible descubrir la canción/ extraviada de la noche” aunque, al decir de Gilles Lipovetsky, vivamos sumergidos en la “archimodernidad”.
Diario El Día, La Serena, 15 de mayo de 2006
No hay comentarios.:
Publicar un comentario