sábado, 7 de octubre de 2006

Libro de Micro: Escribir y leer en los buses, por Cristián Basso Benelli














Uno se ejercita en lo diario del movimiento de un bus, sujetando espíritu y moneda rápida, a la escritura y la lectura en los micros. El ritual comienza con atrasos porque cuesta mantener los reflejos después de cuatro horas de sueño. Se inicia el mantenerse en pie entre rostros sin pensamiento, dispuestos a alcanzar la oruga que no sabe del tiempo, que no entiende de apuros, que escasea de espacios para llevar a cabo la tarea urgente de fijar en el papel ese verso asaltante, ese verso que vino a golpear la cabeza cuando justo se era un transeúnte distraído, un habitante más de los ruidos que asoman a cualquier hora del día.
Cuando se alcanza por fin la pisadera, la vista concentra su objetivo hacia el fondo del pasillo. No faltan los pequeños con brazos alargados, las mujeres maquillándose en cada parada, el que prefiere la ventanilla para buscar en el trayecto el amor que le negó la vida y, desde luego, quien no se separa de su MP4, imaginándose en medio de´un video musical. No falta también ese verso punzante que se le ocurre salir por las manos en el momento más incómodo de la mañana. No falta esa rima con aires de Siglo de Oro que quiere decirse entre tanto zangoloteo. No falta el poeta que no quiere mostrarle al compañero de asiento el instante de parición. No es el diario precisamente lo que va a leer...
Uno se ejercita de todos modos y se sienta con la intención de tomar el lápiza...cualquiera para emprender la azarosa tarea, acompañada de letras saltonas cuyo sentido no sólo acorta el trayecto sino que permite que fluya la convicción de que aún se lee y se escribe en estos tiempos, que hay que darle la lucha al IVA entre cada elevación producto de lo irregular de las calles santiaguinas.
Veo mientras viajo. Leo y escribo con ese tambaleo rutinario, sonoro y esquivo. Leo porque veo en la lectura más puentes que cobertizos. Cierta techumbre que, teja a teja, aún logra sostenerse en la Casa de Adobe de la palabra. Reflexiono con dudas...
Leer en la micro, en la sala de baño, en el último beso del día al dormirse. Leer como se viaja: de un lado a otro sin decidir calmarse. Después de todo, cuando el tiempo se entrega a los pasajeros, leer es como bajarse, como haber llegado por fin después de dos horas. Es como apagar la luz.

Cuando falta la moneda, parece sobrevolar la cabeza distraída en la desesperación por alcanzar un asiento y oír algún canto que irrumpe violento en el vuelo a maltraer

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para mi siempre es un gusto leer a Cristian Basso, mi libro aun espera ser firmado...

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Besos